Producir XXI, julio 2020

La Lechería argentina en el 2020

CPN Jorge A. Giraudo

Director Ejecutivo de OCLA


Observatorio de la Cadena

Láctea Argentina

Entre los datos reales, los diferentes pronósticos, y la volatilidad e incertidumbre local e internacional

Hasta el mes de mayo que se disponen datos de la DNL-MAGyP, la producción de leche se ubicó un 9% por encima del año pasado, proyectando esos datos hasta final del año, podemos inferir que la producción podría situarse en los 10.885 millones de litros en 2020, lo que implica un incremento del 4,95%, es decir 512 millones adicionales a la oferta agregada respecto al año anterior. (Gráfico 1)

A este escenario de mayor producción (78% de la misma, en el primer semestre) se suma un inicio de año con algo más de 100 millones de litros de leche equivalentes de stocks de productos, que hizo que estos 2 factores generen una mayor presión de oferta en el mercado interno, que se materializa luego en los precios en la cadena y que ya repercutieron en los precios reales al productor. Los precios entre marzo-mayo y estimamos junio, varían a un ritmo inferior a la inflación y a la evolución del tipo de cambio. (Gráfico 2)

Lo descripto anteriormente nos permite denominar al primer semestre del 2020 como la Fase 1 de “exceso de oferta”. Que además de la mayor oferta agregada se suma el problema que trajo asociada la pandemia/cuarentena que modificó la forma y la estructura en la distribución en el mercado interno, que afectó fuertemente la venta en el canal HoReCa y de lácteos como bienes intermedios, y muchas industrias pequeñas cerraron o desviaron producción y se incrementó significativamente la venta de productos lácteos básicos (leches no refrigeradas, quesos blandos y yogures de litro) en detrimento de productos de mayor valor agregado/unitario (yogures en pote, flanes, postres, leches saborizadas y quesos untables).

Como ocurre habitualmente cuando hay mayor producción de leche, concomitante con una fuerte caída del PBI (deterioro del poder adquisitivo de la gente), el consumo no cae prácticamente por cantidad sino por precio, y es por eso que hasta abril el Balance Lácteo arroja un consumo per cápita muy similar al año anterior.

El otro componente esencial de la ecuación lo constituyen las exportaciones que hasta mayo presentan una evolución favorable respecto al año anterior (Gráfico 3).

Y es aquí es donde nos planteamos la Fase 2, no como una aseveración sino como un interrogante y la que denominamos de “crisis de demanda”:

  1. ¿Podremos en una situación económica como la nuestra, sostener durante el segundo semestre del 2020 un consumo per cápita anualizado de 182 litros por habitante y por año?
  2. ¿En caso de sostener el volumen de consumo, a qué precios de salida de fábrica, debido a la mayor oferta y el menor ingreso per cápita?
  3. ¿Se podrá mantener la tendencia de las exportaciones y sobre todo lograr valores similares a los obtenidos al final de 2019, con precios futuros que, aunque mejores desde el inicio de la pandemia, aún están muy por debajo de los logrados a finales de 2019 y con las dudas que aún generan mercados como Brasil con su devaluación, Argelia con sus compras, Rusia con ausencia momentánea del mercado, y China con la caída de sus importaciones en abril y mayo, entre otras cuestiones?

Evidentemente deberemos prestar gran atención en los próximos meses a las tres principales variables que definen el resultado de la Cadena de Valor Láctea: la producción de leche, el consumo doméstico y las exportaciones.

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